viernes, noviembre 21, 2008

El hombre que quiso ser CEO

Jerry Yang perdió su puesto de CEO de Yahoo! siete años antes de renunciar a él. No se puede ser visionario y complacer a la muchedumbre. La sabiduría colectiva sostiene que todos los negocios son iguales, y que cualquier persona que sepa hacer negocios los hará con la misma eficiencia en cualquier sector.

En abril de 2001, Yang cedió a la presión de los que sostenían que él era un visionario pero no un hombre de negocios, y contrató un hombre de negocios para gestionar su empresa. Terry Semel, de 58 años, que a duras penas sabía chequear su mail, hizo lo que todos esperaban: ordenó números, redujo productos, puso foco. Nada que requiera de manera imprescindible el puesto de responsable máximo de la empresa. La muchedumbre aplaudió. Al mismo tiempo, Semel ignoró las tendencias que se convertirían en los negocios de mañana, ninguneó a las personas que dentro de la corporación eran capaces de desarrollar las tecnologías necesarias para seguir esas tendencias y dejó pasar la oportunidad de adquirir compañías que podrían haber ayudado a Yahoo! a reconvertirse para el futuro: Doubleclick, YouTube, Blogger. Incluso la propia Google, que a Semel le pareció muy cara. formado en Hollywood, Semel ni siquiera fue capaz de poner al cine en la estrategia y cerrar acuerdos con los grandes estudios. ¿Qué podía esperarse de alguien que "solo sabe de negocios" y que, por usar una expresión que gusta al propio Yang para expresar su pasión por Yahoo!, no tiene "sangre púrpura" en las venas?

En 2007, cuando el deterioro de la imagen pública de Yahoo! en el mundo empresarial era evidente, la misma muchedumbre que aplaudió la llegada de Semel exigió su renuncia. Para entonces, el único negocio sólido que había desarrollado Semel en Yahoo era el propio. Durante sus seis años de gestión ganó 500 millones de dólares.

Hoy está claro que la mayoría de los inversores de Yahoo! tampoco tienen sangre púrpura. Cabreados porque Yang no quiso, no pudo o no supo vender la compañía hace unos meses, están bombardeando el precio de la acción, probando que no estaban interesados en la creación de valor a largo plazo. Así, han convertido a Yahoo! en otra prueba de la codicia autodestructiva de la clase financiera internacional. Ahora resulta que la segunda potencia de internet, sólidamente posicionada en China y líder mundial en áreas claves como publicidad gráfica, correo electrónico y mensajería instantánea, es un montón de basura, un barco a la deriva que nadie quiere conducir y que vale menos que Facebook.

Pecado que esto ocurra cuando Yang intentaba abrir la tecnología de su compañía. Iniciativas como Fire Eagle, Yahoo! Pipes, BOSS y SearchMonkey quedan como pruebas de lo que podría ocurrir si la estrategia de la compañía no hubiera estado dictada durante los últimos años -desde dentro y desde fuera- por una turba de golfistas tecnófobos jubilados.

Coincido con el post de Saul Hansell en el New York Times.
Yang ha intentado durante el último año recuperar su rol, pero el trabajo de visionario es duro y solitario. No es condición suficiente pero sí imprescindible para tener éxito en un sector tan impredecible como internet. Hay que ir contra la corriente y no dejarse llevar por el canto de la muchedumbre. No vale ser visionario de a ratos.

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