sábado, octubre 02, 2010

Imperial Bedrooms, la última novela de Brett Easton Ellis: un reboot de Less Than Zero para fans

No tiene mucho sentido leer esta novela si no se tiene cierto aprecio por el autor. Si uno ha leído a Ellis y está dispuesto a volver a leerlo, es todo lo que hace falta, porque esta es una obra imperfecta pero no carente de valor, y pide comprensión a gritos al lector, la clase de comprensión que están dispuesta a ofrecer los lectores que están unidos al autor por ese vínculo de amistad imaginaria que Salinger le hizo describir tan bien a Holden Caulfield en The Catcher in the Rye.

Tampoco tiene mucho sentido leer esta novela si no se ha leído la primera novela de Ellis, Less Than Zero, publicada hace 25 años. No es un requisito muy exigente, ya que el primer libro tiene poco más de 200 páginas y el segundo, menos de 150, así que ni sumando las páginas de los dos se llega a la extensión promedio de los bodoques medievales con los que la gente se hace daño en el transporte público. El conocimiento de Less Than Zero no es necesario porque no se entienda la trama ni los motivos que guían a los personajes, ya que son los mismos que rellenan toda la obra de este escritor. Es que el recurso más interesante de Imperial Bedrooms es la relación que establece con la primera novela del autor, que algunos críticos definen torpemente como "secuela".

Imperial Bedrooms no es la continuación de la historia de los personajes de Less Than Zero (que es lo que se espera de una secuela), sino la creación de una realidad que circunda a la primera novela y añade personajes paralelos. El mecanismo que relaciona a las dos obras es más bien lo que en el mundo del cómic se conoce como "retcon", retroactive continuity.

Luego de crear un mundo de superhéroes anclados en edades y épocas fijas, los guionistas de historieta llevan décadas "reseteando" sus historias, obligados por la necesidad de explicar a sus lectores el efecto del paso del tiempo en sus personajes (¿cómo es posible que Batman tenga 35 años desde 1939?), corregir errores de continuidad entre historias o fusionar colecciones de personajes cuando una editorial compra la propiedad intelectual de otra. Esto ha llevado, entre otras cosas, al desarrollo de una compleja cosmogonía de universos paralelos, cada uno de ellos ocupado por una versión diferente de la Tierra, poblada a su vez por una variación del combo de héroes y villanos

Ellis, que es un escritor pop sin vergüenza (no un sinvergüenza escritor pop, ojo), conoce evidentemente este dispositivo, y mejor que la mayoría críticos literarios que juzgan su obra. En su particular retcon, Less Than Zero sigue siendo una novela. Y aunque no identifica a su autor, en las primeras páginas de Imperial Bedrooms se explica que (como debe de haber ocurrido en la realidad) Less Than Zero es un retrato más o menos documental de una serie de personas que vieron con asombro cómo sus vidas se convertían en éxito literario primero y fracaso cinematográfico después (y Ellis aprovecha esto para ajustar cuentas con la mediocre adaptación a la pantalla de su debut).

En la Tierra-Dos que se ha creado Ellis para Imperial Bedrooms, hay un Clay que no es el Clay de Less Than Zero, sino la versión original del personaje homónimo, que como un Dorian Grey de la era pop, ve su propia imagen reflejada en papel y en celuloide. Pero desde la primera página el lector es convicado a desconfiar de la fidelidad de esos reflejos, porque el propio Clay los desautoriza, y esto justifica la existencia de Imperial Bedrooms: un paseo con Ellis como guía turístico por el submundo del Hollywood contemporáneo en busca del verdadero Clay.

Hasta aquí lo bueno. El problema es que el recorrido está casi totalmente hecho de sitios que ya hemos visitado en otras novelas de este escritor, y que su tono narrativo es el mismo de siempre, esa frialdad extrema para narrar situaciones desesperantes. Es un tour breve y sin novedades. En ese contexto, es difícil decir si la brevedad es aquí bug or feature. Y dado que el tour está pensado para conocedores de Ellis, el resultado es algo decepcionante.

Ellis suele hundir a medias sus relatos en las reglas de géneros cinematograficos populares. Lo hizo con el gore en American Psycho (con brillante resultado) y con el terror psicológico y el thriller policial sin policías en Lunar Park (con menor efecto). En Imperial Bedrooms vuelven ambos géneros, con unos personajes y unas situaciones que hacen pensar que Ellis ha estado leyendo recientemente el 2666 de Roberto Bolaño.

La novela anterior de Ellis, Lunar Park, tenía problemas similares, pero está blindada por una primera parte de comedia negra sin respiro (enmarcado en otro "retcon", basado en la propia biografía del escritor), un giro sorpresivo al terror que se agota pronto y, luego de muchas páginas a la deriva, uno de los finales más inspirados que he leído en años ("a sublime meditation on mortality and nostalgia", según Slate). Imperial Bedrooms no es tan divertido ni sus giros sorprenden. Y por más que en Vice digan que "final passages in both Imperial Bedrooms and Lunar Park pack a lot of emotional impact", el final de Bedrooms no alcanza para compensar las pocas páginas rellenadas con muchos diálogos demasiado confusos.